El reconocido asesor Diego Álvarez repasa los principales insectos que afectan al cultivo y dos especialistas de Bayer brindan detalles de las mejores soluciones que aporta la compañía para esta problemática tan importante.
En un ciclo con restricciones climáticas, un año Niña que incide en la presión y el control de las plagas, el entrenamiento de quien recorre el campo deberá estar muy a mano en la caja de herramientas para un manejo eficiente de la soja.
Se requerirá estar afinados para evaluar la “jerarquía de las plagas” (primarias, secundarias y terciarias) y responder de la mejor manera a un contexto en el que son muchas las variables a tener en cuenta y muchas las opciones para la toma de decisiones y el manejo sanitario del cultivo.
“En un mismo momento fenológico podemos tener algo de chinches o presencia de trips o ácaros, y también mancha marrón, Septoria... cinco o seis adversidades, todas en el mismo momento, y muchas veces eso dificulta la decisión de una aplicación. Por eso, quien realiza el monitoreo tiene que tener la capacidad para discernir”, resume el ingeniero agrónomo Diego Álvarez, asesor privado y profesor de la Cátedra de Zoología Agrícola de la FAUBA (Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires).
El especialista participó recientemente de un taller sobre manejo de plagas en soja junto a Guillermo Zamora, del equipo de Desarrollo de Mercado de Bayer, y Gerónimo Luis Radi, del área de Marketing a Campo de la compañía. Durante la presentación online, los expertos expusieron sobre productos insecticidas como Belt y Solomon, ambos con avanzadas tecnologías.
Álvarez recordó que 20 años atrás se conocían solo tres principios activos (cipermetrina, clorpirifós y endosulfán), mientras que hoy “las opciones son múltiples y se requiere hacer un buen monitoreo, identificar cuál es el problema y luego elegir el principio activo”.
El experto dijo que “muchas veces en una aplicación se llegan a utilizar cinco principios activos, lo que puede generar antagonismo o pérdida de eficacia. Por eso, debemos tratar de identificar correctamente la problemática para elegir así los mejores productos, que ya vienen formulados”, recomendó.
El asesor precisó que se debe medir la presencia de la plaga por metro cuadrado, para tener el verdadero umbral de daño. Agregó que la toma de decisión también va a estar influenciada por la fecha de siembra y el grupo de madurez de la soja, por supuesto.
“Es importante tener en cuenta la interacción plaga/cultivo, porque la fenología puede servir para medir los tiempos de persistencia de un insecticida. Un ataque de chinche en R5 a lo mejor se puede resolver con un simple piretroide”, indicó.
La cobertura del entre surco es otro parámetro fundamental. A mayor biomasa, mayor punto de contacto y de penetración del insecticida. A más cobertura, más persistencia.
“En el caso de chinches, cuando hay un 100% de cobertura del entre surco, se debe tener cuidado. Con cultivos muy cerrados, llegar con una mezcla de piretroides al tercio medio de la planta se puede dificultar, justamente por el gran desarrollo de biomasa”, advirtió.
Está claro también que el ambiente genera una continua interacción con el cultivo y las adversidades. Desde el punto de vista de las enfermedades y plagas, a mayor temperatura y precipitaciones, el cultivo se hace más susceptible.
“Asociadas a la humedad también aparecen las plagas y enfermedades, como medidoras, chinche, mancha marrón o Septoria”, detalla el experto. “Y asociadas a la ausencia de precipitaciones aparecen Helicoverpa o bolillera”, agrega.
En esos escenarios, recomienda lo siguiente: “con humedad, dos bolilleras por metro lineal no son un problema. En cambio, con falta de lluvias y escaso crecimiento del cultivo, una bolillera por metro lineal generalmente obliga a aplicar”.
Pensando en lepidópteros, como justamente la oruga bolillera, los monitoreadores tienen que tener los números en la cabeza y poner un ojo en la voracidad de la plaga, indicó Álvarez.
En el caso de oruga militar, muy asociada a soja de segunda, “hay que ir de cabeza a buscar abajo en el rastrojo de trigo”, recomendó.
En cuestión de plagas, INTACTA es clave. Como indicó Alvarez, una larva de oruga medidora puede tardar 12 horas para ser controlada por esta tecnología; una Anticarsia alrededor de siete horas; mientras que una Oruga militar puede estar alrededor de 10 días alimentándose de una soja INTACTA, pero va muriendo de a poco.
Siguiendo con su completo panorama, el experto advirtió que la isoca bolillera es la plaga más peligrosa dentro del cultivo de soja.
Pero aquí existe una herramienta estratégica, que son justamente las variedades con tecnología INTACTA, que ontrolan bolillera y las principales plagas de lepidópteros.
Dijo que si se saca el promedio de presencia en el lote que habitualmente arrojan los monitoreos, no suelen servir para explicar mucho la presencia real de la plaga. Por eso, indicó que ese debe ser solo un parámetro más a tener en cuenta al cuantificar correctamente la población.
“En una campaña seca, el umbral puede ser alrededor de una isoca por metro cuadrado. En cambio, en presencia de humedad puede ser el doble”, precisó.
En cuanto a la distribución vertical de la plaga en la planta, indicó que si la tasa de crecimiento del cultivo es baja, la larva sigue comiendo y termina afectando el brote. Por su parte, cuando el cultivo ya empieza a diferenciar vainas, la larva baja al tercio medio de la planta y comienza a alimentarse de la semilla de la vaina.
“En esta etapa es conveniente usar el tradicional paño vertical, golpear la planta, luego sacar el paño y observar, porque muchas veces la bolillera está metida dentro de la vaina y no cae en el paño”, señaló.
En cuanto a productos defensivos, Álvarez identificó a las diamidas como “la bala de plata”. Dijo que son “una herramienta fundamental para el control de bolillera, pero es importante estar atentos y actuar cuando el ataque recién está empezando, además de hacer la aplicación en todo el lote”.
Al analizar a plagas que denominó como “aceleradores de la senescencia”, por ejemplo trips y arañuelas, dijo que R1, R2, R3 y R4 son cuatro momentos importantes para proteger el cultivo. Precisó que hay que tener en cuenta que para controlar la arañuela hay pocos principios activos, a diferencia de lo que sucede con los trips, para los cuales hay muchos.
Las soluciones de Bayer
Tras las detalladas explicaciones del especialista de la FAUBA, llegó el turno de Guillermo Zamora, integrante del equipo de Desarrollo de Mercado de Bayer, quien destacó que la compañía tiene “diferentes insecticidas para el cultivo de soja de acuerdo a los distintos estadios del cultivo y sus problemáticas, que incluyen a Clap, Decis, Alsystin, Belt o Solomon”.
Pero, más allá del detalle de los productos, hizo un fuerte hincapié, en línea con lo había dicho Álvarez, en el gran aporte que significan las sojas INTACTA, con tecnología que no solamente aporta más rinde y la herramienta más eficaz contra las malezas, sino que brinda resistenci a contra las principales plagas lepidópteras que afectan al cultivo.
Pero, volviendo a los productos, Zamora hizo foco primero en Belt, insecticida del grupo de las diamidas, que actúa por ingestión y produce una parálisis, lo que impide que el insecto siga alimentándose o se movilice.
El momento para la aplicación de Belt, que mostró excelentes resultados en los ensayos comparativos llevados a cabo, es cualquier estadio larvario de la oruga, precisó. Agregó que a partir de las cuatro horas de aplicación, la probabilidad de lavado es muy baja.
En función del tipo de oruga y su tamaño se determinará la dosificación, que puede ir de 30 a 60 centímetros cúbicos.
Zamora también se refirió a Alsystin, una benzonilurea, cuyo principio activo es triflumurón, que actúa a nivel de la síntesis de quitina.
Al igual que Belt, necesita ser ingerido por la plaga, pero se trata de un producto que está más posicionado para el control temprano de todo tipo de orugas.
“En líneas generales, la dosis es de 50 centímetros cúbicos por hectárea y es banda verde, la clase toxicológica más amigable con el ambiente”, indicó Zamora.
El técnico habló también de la importancia de seguir las recomendaciones del Comité de Acción sobre la Resistencia a Insecticidas (IRAC, por sus siglas en inglés) para reducir la probabilidad de aparición de resistencia para los distintos productos.
Recordó que se deben tener en cuenta las ventanas activas, que son entre 30 y 40 días después de la aplicación.
“En una aplicación con Belt, si por alguna causa aparece una reinfestación dentro de ese plazo, no se debe cambiar de principio activo. Si se supera la ventana activa y hay que hacer una reaplicación, ahí sí hay que cambiar el modo de acción insecticida”, precisó.
Por su parte, Gerónimo Radi detalló que Solomon es un producto compuesto por dos moléculas (betacyflutrina e imidacloprid), con dos modos de acción distintos.
“La betacyflutrina es el piretroide que aporta el poder de golpe, con una persistencia que, de acuerdo a las condiciones de aplicación, va de algunas horas hasta un par de días y es la que va a controlar tanto ninfas como adultos por contacto directo o indirecto”, explicó. “Si se trata de orugas, también podría llegar a controlarlas a través de la ingestión del tejido de la planta que consuman”.
El imidacloprid, por su parte, es el principio activo que aporta persistencia al producto. “Para chinches, la persistencia se refiere principalmente a las ninfas, que primero pican las hojas, con lo cual ingieren el producto y mueren”.
Una de las características distintivas de Solomon está en su novedosa formulación con dispersión en aceite, O-Teq, desarrollada y patentada por Bayer, que justamente permite ser aplicado sin agregado de aceite. Es un producto que por sus principios activos controla chinches, orugas, trips y picudos.
La recomendación es que, más allá de con qué equipo se aplique, siempre se logren 50 impactos por centímetro cuadrado en el tercio medio de la planta, en el centro del canopeo.
Vale la pena recordar que es fundamental en toda la aplicación relevar la humedad y temperatura en el momento de la aplicación, para determinar si es necesario el agregado de aceite o suspender la aplicación y esperar hasta que las condiciones ambientales mejoren.
Está claro que el manejo de plagas es un paso estratégico en la soja, y uno de los primeros que tienen que dar los productores cuando el cultivo está implantado. Por eso, vale la pena tener en cuenta la tecnología que aporta Bayer con sus soluciones, que aseguran eficiencia y mayor sustentabilidad. ©